Punto de anclaje


El objetivo de este proyecto es, sin nostalgia ni remordimiento, recordar lo que me ha construido en primera persona, desde lo subjetivo, para ofrecer un panorama de los últimos treinta años en Euskal Herria; con sus blancos, negros y grises; sobre todo, grises. La pequeña historia no es épica ni aporta necesariamente conclusiones. Deja constancia, eso sí, de lo que nos ha hecho tal y como somos (“Vida y destino” Vasili Grossman).


En Euskadi se ha criminalizado cualquier movimiento social o político; en muchas ocasiones con la ayuda de ETA (y la complicidad de la “izquierda abertzale”. HB fagocitó el movimiento ecologista, antimilitarista, feminista… o lo intentó).
Alguien contó una vez que la transición en Euskal Herria planteó tres aspectos inamovibles: Navarra fuera de Euskadi, Juan Carlos como rey y ninguna revolución proletaria. Estos aspectos fueron remarcados, respectivamente en los sanfermines de  1978, en Montejurra y el 3 de Marzo de 1976.
Respecto al poder de los especuladores económicos y la incompetencia política, sin embargo, no somos tan diferentes a otras regiones o estados próximos.


En esta propuesta nunca se es tajante, los discursos e interpretaciones quedan abiertos, como abierta es la actitud de relativizar “las verdades”, sean oficiales o alternativas.


Soy consciente también de la crítica evidente a lo demagógico, lo ingenuo o idealista. La economía, la política e incluso la historia, son para  expertos.
Pero tenemos que aplicarlas, queramos o no, a nuestra escala, día a día  (“Algo va mal” Tony Judt).



“Blanco y en botella” tiene la esperanza de ser útil, positivo, de acercar posturas para, de esta manera, ser capaces de empezar a hablar sobre el pasado, el presente y el futuro.