Nuestro presidente no es ningún nacionalsocialista. Es un socialdemócrata.
Sin embargo, las últimas imágenes de la Valla recuerdan, insoportablemente, a las de los campos de exterminio liberados en 1945.
La actitud, entre ajena de culpa (y/o responsabilidad) y relajada, también trae a la memoria aquellos oficiales elegantes, crueles e implacables del gueto de Varsovia.